Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


100129
Legislatura: 1887
Sesión: 10 de junio de 1887
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 112, 2385-2387.
Tema: Relaciones entre ambos Cuerpos Colegisladores.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Señores, vamos por partes. ¿Es que se cree en efecto ajada la dignidad del Senado? (Muchos señores Senadores: No; no. ?El Sr. Rojo Arias: Lo que la ofenden son defensas oficiosas. ?El Sr. Bosch: Pues yo creo que sí. Ésta es mi opinión; por lo demás, no pretendo ser representante de la mayoría). Declaro, señor [2385] Bosch, que dada su opinión, no se condujo bien S.S., como Senador, cuando se tomó el acuerdo habido en esta cuestión. Si S.S. creyó que quedaba ofendida la dignidad del Senado, por el acuerdo del Senado mismo, consintiendo que se retiraran los proyectos presentados ¿por qué no protestó S.S. entonces? (Bien, bien). Ésa es la cuestión para el Sr. Bosch. Si el Senado se creyera lastimado en su dignidad, nada hay que decir, porque el Gobierno es el primero que si fuera necesario, la defendería. No puede existir sobre eso sombra ninguna. La prerrogativa del Senado queda íntegra, íntegras sus atribuciones, íntegra su dignidad; sin faltar para nada a ellas, se sirvió acceder a la retirada de los proyectos de ley. No hay, pues, que hablar de prerrogativas, ni de atribuciones, ni de dignidad de esta alta Cámara.

¿Qué resulta de aquí? Que o no significa nada este acto del Senado inhibiéndose de la competencia, o representa y envuelve la validez de lo hecho en el Congreso. (El Sr. Abárzuza: Exacto). ¿Qué significaría si no la consideración que el Senado ha tenido, más que con el Gobierno con el otro Cuerpo Colegislador, que se había ocupado ya del asunto y que tenía puesto sobre la mesa el dictamen? Fue, pues, lo ocurrido en el Congreso una deferencia al Senado más que al Gobierno, repito, guardada por el otro Cuerpo Colegislador, que había dado dictamen después de oír a todos los que se acercaron a la Comisión sin protesta del Senado ni de nadie.

Por esto, todo lo que sea hablar de este asunto, no es más que procurar conflictos, porque aquel corresponde ya al Congreso. ¿Qué se pretende al suscitarse de nuevo aquí? Si el Congreso aprueba ese dictamen y viene aquí ¿qué va a hacer el Senado? ¿Pretenderá juzgar la manera cómo se haya discutido en el Congreso esta cuestión? Esto no lo hará el Senado, como no lo haría el Congreso en su lugar. Por consiguiente, lo que hay que hacer es dejar que el Congreso, en el goce completo de sus atribuciones, iguales a las del Senado, resuelva esta cuestión como lo tenga por conveniente. Luego vendrá la ley al Senado y éste la aprobará o no, pero nada más.

Yo no quisiera extenderme más, pero he de decir algo para demostrar que si el Gobierno ha faltado en algo, por leve que sea, al Senado, lo ha hecho por un olvido que hemos padecido todos, incluso el Congreso de los Diputados, porque si no, el Congreso no hubiera procedido a nada de lo que ha hecho ni estaría el dictamen sobre su mesa. Y es más, en este punto, el mismo olvido han venido padeciendo y la misma ignorancia que el Gobierno, el Congreso, el Senado y las Comisiones de éste que entendían en el asunto (El Sr. Duque de Tetuán pide la palabra), porque si no hubiese ocurrido esto a las Comisiones, si lo sabían, si creían que estaban reproducidos los proyectos del Gobierno, declaro que los amigos del Gobierno no se habrían conducido bien, puesto que han debido participárselo. (El Sr. Duque de Tetuán: Se lo han dicho al Gobierno; ya que S.S. me obliga a decirlo lo declaro así). ¿Al Sr. Ministro de la Guerra? (El Sr. Duque de Tetuán: Sí, señor; al Sr. Ministro de la Guerra y al Presidente de la Cámara. ?Rumores). Yo no tengo noticia de eso. (El Sr. Duque de Tetuán: Siento mucho que la provocación de S.S. me haya obligado a declararlo así, pero además lo ha dicho la prensa conservadora).

El Sr. Ministro de la Guerra, lo mismo que el Gobierno no sabían que estuvieran reproducidos esos proyectos de ley; lo único que sabían era que existía el proyecto de ley del anterior Ministro Sr. Castillo, pero creyeron que era compatible con los proyectos que el Sr. Cassola presentaba en el otro Cuerpo Colegislador; hasta tal punto, que el actual Sr. Ministro de la Guerra habló con el presidente de la Comisión para que se retirar el dictamen, a fin de introducir una pequeñas modificaciones que necesitaba para ser un proyecto complementario de los que estaban en el Congreso. (El Sr. Duque de Tetuán: Ya lo explicaré). Pero luego, cuando aquí se suscitaron esas dudas, por la relación que tenía este proyecto de ley con los otros, se discutió si convenía introducir esas modificaciones que podrían hacerlo complementario de los proyectos presentados en el Congreso, o si era mejor retirar el proyecto de ley presentado por el Sr. Castillo y hacer una adición a los proyectos del señor Cassola. No hay más que una diferencia en el modo de apreciar esto; que el Sr. Cassola creía que no era conveniente hacer esa adición a aquellos proyectos suyos, presentados en el Congreso, porque entendía que la cuarta Sección, que es el único objeto que tiene el proyecto de ley presentado por el Sr. Castillo, que se agrega a la Junta consultiva, podía ser más adelante innecesaria, porque tenía un objeto determinado y que no era conveniente poner dentro de una ley que ha de revestir cierto carácter de permanencia, algo que pueda ser pasajero y transitorio, y por esto creyó que era mejor modificar el proyecto de ley del general Castillo, dejando que se discutiera aquí, al mismo tiempo que se discutían los demás en el otro Cuerpo Colegislador.

Pues bien; yo declaro que el Gobierno no sabía la existencia de esos otros proyectos de ley, y esto se desprende de la misma relación que ha hecho el señor Duque de Tetuán.

Presentó esos proyectos el Sr. Jovellar; las Comisiones no se reunieron, o por lo menos no tengo noticia de que discutieran el asunto, por consideraciones que ha expuesto el Sr. Duque de Tetuán. Vino después el general Castillo, y también le hablaron de esto; pero por los mismos motivos que las Comisiones habían tenido respecto al general Jovellar, tampoco examinaron ni discutieron el asunto; y en tal estado, concluyó aquella legislatura, vino ésta, y reemplazó al general Castillo el Sr. Cassola, y ni uno ni otro reprodujeron los proyectos de ley de sus antecesores; sin que yo tenga noticia de que las Comisiones avisaran al Sr. Cassola diciéndole que los proyectos de ley presentados por el Sr. Jovellar habían sido reproducidos. (El Sr. Duque de Tetuán: Ya se lo explicaré a S.S.).

Su señoría dice que habló de esos proyectos al general Castillo en esta legislatura, y a pesar de eso, este señor general no los quiso reproducir porque se proponía estudiarlos antes.

Ahora bien; como he dicho ya, al Sr. Castillo reemplazó el Sr. Cassola, y yo no sé si alguien le diría que los proyectos de ley del Gobierno estaban reproducidos aquí; lo que me consta es, que el señor Cassola no lo ha sabido nunca. Claro está que habíamos de creer que semejantes proyectos no habían sido reproducidos, cuando pasada la primera legislatura, quedaban ipso facto caducados por la ley. No existían, pues, tales proyectos; pero un Sr. Senador, el señor Alfonso, que siento que no esté aquí, porque él mismo [2386] se admitiría del conflicto que ha traído la reproducción de estos proyectos, y es posible que hasta que haya visto esto no se haya apercibido de que reproducía también los proyectos del Gobierno, un Sr. Senador; repito, reprodujo en conjunto todos los trabajos parlamentarios de la anterior legislatura, y se creyó que también estaban reproducidos los del Ministerio de la Guerra. ¡Proyectos de Gobierno reproducidos por un Sr. Senador contra la voluntad de aquel! ¿Cómo puede hacerse eso? (El Sr. García de Torres: Se ha hecho muchas veces). Se habrá hecho muchas veces, considerando los proyectos como proposiciones de ley. Por lo demás, si un Sr. Senador no puede presentar aquí los proyectos de ley sin la iniciativa de la Corona, ¿con qué derecho los reproduce? Eso sería tanto como desconocer la iniciativa de la Corona.

Pero sea de ello lo que quiera, Sres. Senadores, es la verdad que el olvido del Sr. Ministro de la Guerra estaba perfectamente justificado, y que el error en que se hallaba era un error general, del cual participábamos todos, y yo creí, y siento no haberlo entendido bien, que en él incidían también mi amigo el Sr. Duque de Tetuán y los demás individuos que componen las Comisiones, porque en otro caso, yo tendría que hacerles un reproche amistoso, puesto que sabiendo que eso podía producir un disgusto y un conflicto, no me lo advirtieron siquiera por ser su amigo. (El Sr. Duque de Tetuán: Tengo entendido que se le advirtió a S.S.) A mí no. (El Sr. Duque de Tetuán: No lo recordará S.S., no le prestaría atención. Rumores). Yo suelo prestar atención a todo el mundo, mucho más a mis amigos, y especialmente a los amigos como el Sr. Duque de Tetuán. (El Sr. Duque de Tetuán: No me refiero a mí). Y yo declaro que tengo noticia de que existían reproducidos esos proyectos ahora por primera vez, que es cuando se habla aquí de este asunto, porque a mí nadie me ha dicho nada; en el otro Cuerpo Colegislador estaba en el mismo error el Gobierno, y por consiguiente, lo estamos todos, señores; ¿por qué no confesarlo, si en último resultado a nadie le humilla declarar un error ni tampoco el creer que no estaban reproducidos proyectos del Gobierno que el Gobierno no ha reproducido, siendo el único que tenía competencia verdadera (Rumores) para reproducirlos, como proyectos del Gobierno? Porque si un Sr. Senador los reprodujera ya no sería proyectos del Gobierno, y yo hablo de esos proyectos como del Gobierno. (El Sr. Fabié: Son del Senado. ?El Sr. Rivera: Entonces no podría retirarlos el Gobierno. ¿Cómo se resuelven las crisis políticas si el Gobierno no puede retirar un proyecto presentado por la iniciativa de la Corona? Que me contesten a esta pregunta los que impugnan el principio).

No hay, señores, para qué molestarse, y mucho menos para considerarse ofendidos por estar todos en un error, y si no todos, la generalidad, excepto aquellos pocos que se hallaban en el secreto. No hay para qué molestarse, repito, yo declaro y el Sr. Ministro de la Guerra declaró también con toda sinceridad, que había presentado los proyectos de ley en el Congreso, porque ignoraba que aquí hubiese otros semejantes. Desde ese momento desaparecía la cuestión de competencia y el deseo de ofender o lastimar, ni en poco ni en mucho la prerrogativa del Senado, y esta Cámara, comprendiéndolo así, fue generosa, y con una nobleza digna de aplauso, no se opuso en manera alguna a que se retiraran los proyectos aquí presentados y que no eran del actual Ministro de la Guerra.

Ahora dice el Sr. Bosch: ¿por qué prefería los que estaban en el Congreso a los que se hallaban aquí? Porque los que estaban en el Congreso eran suyos, comprendían todos el conjunto de las reformas, se encontraban ya muy adelantados, se hallaba el dictamen sobre la mesa y, naturalmente, prefería que continuara allí el debate, ya tan adelantado, como digo, a que se iniciara aquí. Ésta es la razón de la preferencia, pues por lo demás, no hubiera tenido inconveniente alguno en venir con esos proyectos al Senado.

No hay, pues, lo reitero, no hay motivo de alarma ni de agravio para el Senado, porque esto que ha ocurrido ahora, no puede ocurrir en adelante. No hay que temer tampoco al precedente, porque yo no recuerdo, ni de una sola vez, que un Senador o Diputados hayan reproducido proyectos del Gobierno, que el Gobierno no quería reproducirlos, y por consiguiente, eso no se ha de repetir.

En este concepto, pues, no habrá inconveniente alguno, ni por los precedentes ni por nada; y por tanto, estas consideraciones, no se preocupe ya acerca de sus atribuciones y prerrogativas, que están perfectamente íntegras, porque en nadie, ni en el Gobierno, ni en el Congreso, ha habido intención de lastimarlas ni en poco ni en mucho. Todo ha sido fruto de un error que yo suponía general, que, por l visto, no era tan general como yo pensaba; pero que, en todo caso, no envuelve ofensa ni puede entorpecer en manera alguna la marcha de los proyectos de ley puestos a discusión del Congreso, ni empecer en nada la del Senado en su majestuoso movimiento. No tengo más que decir. [2387]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL